
Después del 12 de octubre de 1492 ya nada fue igual en el mundo. Surgió una nueva manera de ver el universo y de afrontar las relaciones entre civilizaciones muy distantes.
Los países de América optaron por denominar este día de distintas maneras, como una forma de mostrar los propios modos de comprender este acontecimiento histórico. Con la posibilidad de observar los hechos a la distancia, se eligió hablar de este suceso como el “Encuentro de dos Mundos” y no el “Descubrimiento”, ya que cada una de las civilizaciones involucradas aportó algo de lo propio para la modificación de la otra. No obstante, el proceso de conquista y colonización posterior ha generado la necesidad de adoptar posiciones que sirvan para explicar sus consecuencias más polémicas. Por esta razón, y como consecuencia de otra forma de explicar el valor histórico de esta conmemoración, se ha elegido establecer la conmemoración para el día 11 de octubre, en el cuál se recuerda el Último día de Libertad de los Pueblos Originarios.
Encontrar sentido y respetar a una cultura muy diferente a la propia es un aprendizaje tan valioso como complicado.
Volver la mirada sobre esta experiencia de nuestros antepasados debe conducir a una nueva forma de entender los vínculos entre culturas diferentes y responder a la necesidad de aceptar las diferencias como el punto de partida necesario para todo proceso que implique una nueva relación entre personas. Es esta una decisión que voluntariamente debemos tomar cada día, porque la tolerancia y la solidaridad se construyen, de la misma manera que se construye una civilización: con el esfuerzo conjunto hacia un objetivo en común. De nuestra experiencia como continente colonizado debemos aprender que la tolerancia y el respeto por las diferencias son el mejor camino para evitar la violencia.
Agradecemos la participación en esta nota de la profesora Virginia Miranda.